dedicado a Kadmell.
(2003)
Detrás del espejo azul hay un tesoro que no dejé puro con mis ojos.
Estaba solo con su luz... Pensaba que alcanzaría a tocarla, que arrancaría sus sueños con el deseo, que violaría su blanco secreto.
Pero ella me miró primero... Me sonrió diez mil noches, se apareció en mis visiones celestes, provocándome...
Había tres cielos tras su espalda, se llamaban como dioses griegos.
Me engañó...
Yo creía oír su voz cantar, yo la iba a consolar, como ella consolaba mis duelos. Ella me rescató del miedo, de las voces falsas que gritaban en mi mente, del mundo impertinente, con su amor... Un día desapareció. La esperé en la cima de mis ilusiones con los brazos abiertos de ansiedad, desesperado.
¿Me piensas, Luna? Pero Luna no sabe pensar... ella descansa en su silencio, evitándome, para no llorar.
Un día rebasé el límite de mi pasión y con mi pobre iluminación me acerqué dudando... Ella nunca mintió, por más que lo intentó...con instinto maternal no me desamparó.
Se hizo mi diosa... rodeada de estrellas en la inmensidad del universo, gran soledad... y aún así quería ser sólo una más... arrepentida de su hermosura, de la que me devolvió la paz...
Luna... abrázame en tu sueño, que antes estaba muerto pero ahora sin ti...estoy más muerto. No apesadumbres, que yo te quiero... que yo me apago con tu alejamiento.
Ella me miró de nuevo... ese día por fin escuchó mi rezo, me derretí de agradecimiento y, sin intención, me llevó a exceder de pensamiento.
Luna perdóname por querer clavarme en tu vientre pero no puedo dejar de ser hombre, no puedo dejar de ser tierra de tu poder, no puedo dejar de ser... irracional.
Embriágame con tu voz, que te amo, que soy hambre de tus antojos, que soy tu eterno devoto.
Pero ella, rebelde, tenía un lugar para el sol... La veía de día, vagabunda esperando encontrárselo en su puesta, ausentándose en mis noches, renovándose con su calor... Maldita obsesión!
Cuando me pidió que la arrancara en su dolor... me la robé en un eclipse de amor.
Me escapé con ella entre los árboles de cemento sin que el sol siquiera se percatara, tomé el trono, temblando... y a oscuras jugamos a amarnos. Cada uno de esos besos es un cráter palpitando en mi fuego. Se soltó del cielo por pecar junto a mí con palabras, su pasión rebasó el cuarto menguante de su sonrisa nerviosa y por ese sacrificio carnal es para mí mucho más Diosa.
Hoy sin ella renace el firmamento, lamentando el pecado del cual yo no me arrepiento.
Ahora Luna llénate de mí... Me atrapaste con tu mirada y Sí! Soy tu personaje ahora, TUYO! Pero aquí, te lo ruego, dame un buen final que me deje un beso al menos...
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