Con El Flaco del Botero y una gotita de héctor.
-Hay días en que siento que estoy desapareciendo- dijo mientras el diazepam vacío rodaba por el piso de su habitación.
-Hoy es tu día de suerte- dijo una voz que atravesaba el muro- busca más de eso, estás muy cerca de encontrar la verdad, sólo sigue buscando…
Sobre el escritorio descansaba una nota indivisible.
-Despedida de una flor con color impalpable… nada más valen mis líneas... nunca logré tocarte… - dijo el hombre.
Una prescripción en su mano. El arenero no visitaba su habitación.
La flor seguía sin entenderlo... y yo me empezaba a parecer a ella.
Veía la flor a un paso… y él quería tenerla… quería conocerla… acariciarla… y rodearla con un lazo de seda… él esperaba su paso hacia él… pero la flor ya tenía un lazo que acariciar.
La duda rondaba en el pueblo… nadie más quiso volver a sembrar.
-Y el hombre desapareció… así no más, con su flor de diazepam.
Al rato, el arenero estaba afuera tocando su puerta, y traía una semilla...esa era yo.
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